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Aprende Islam

Introducción Elemental a la Shari'ah y Ley Islámica

Sheij Khaled Abou el Fadl; Professor of Law, UCLA School of Law Islamic Scholar. ALMA Mater YALE University, Princeton University, University of Pennsylvania Law School.

Página web oficial en Inglés: www.usuli.org


La ley desempeña un papel central en el islam y, sin embargo, también es el aspecto menos comprendido de la fe islámica tanto por musulmanes como por no musulmanes. Algunos incluso llegan al extremo de pensar que un musulmán que cree en la ley Sharia es, por definición, un fanático o fundamentalista. Sin embargo, acusar a todo musulmán que cree en la ley islámica de fanatismo equivale a acusar a todo judío que cree en la ley rabínica o talmúdica de ser también un fanático. La verdad es que mucho depende de la concepción particular que uno tenga de la ley islámica y de la interpretación que uno siga.


La ley islámica se deriva de dos fuentes distintas: el Corán y las tradiciones del Profeta (conocidas como Hadith y Sunnah). Las tradiciones que pretenden citar al Profeta textualmente se conocen como Hadith. Sin embargo, la Sunnah es un término más amplio; se refiere tanto al Hadith como a narrativas que pretenden describir la conducta del Profeta y sus compañeros en una variedad de situaciones y contextos.


En el islam, el Corán ocupa un estatus único y singular como la palabra literal de Dios transmitida por el Ángel Gabriel (Paz sea sobre él) al Profeta Muhammad (Bendiciones y Paz sean sobre él). El Profeta Muhammad (BP) no hizo más que comunicar palabra por palabra la revelación de Dios, y los musulmanes preservaron el texto y lo transmitieron en su forma y lenguaje originales a las generaciones posteriores. Los musulmanes creen que Dios garantizó y prometió proteger el texto del Sagrado Corán de cualquier posible alteración, revisión, eliminación o edición, y por lo tanto, aunque los musulmanes pueden estar en desacuerdo sobre el significado e importancia de la revelación, existe un amplio consenso entre los musulmanes sobre la integridad del texto. A veces, el Corán se dirige específicamente al Profeta, pero en otras ocasiones habla a todos los musulmanes o a la humanidad en general. En diferentes contextos, el Corán se dirige a judíos, cristianos o politeístas. Después del Corán, la mayoría de los musulmanes consideran la Sunnah del Profeta como la segunda fuente más autorizada del islam. Aunque el Corán y la Sunnah del Profeta se consideran las dos fuentes primarias de la teología y la ley islámicas, hay diferencias materiales entre ellos.


El Corán se preocupa principalmente por la ética y la moralidad; la Sunnah del Profeta, sin embargo, abarca desde enunciados de principios morales hasta prescripciones detalladas sobre diversos asuntos de conducta personal y social, pasando por la mitología y narrativas históricas. No toda la Sunnah del Profeta se puede traducir fácilmente en un conjunto de comandos normativos directos, y por lo tanto, los juristas musulmanes argumentaron que partes de la Sunnah del Profeta están destinadas a ser legislativas y vinculantes, mientras que otras partes son simplemente descriptivas y en su mayor parte no vinculantes. Lo más importante es que el vasto cuerpo de literatura que representa la Sunnah del Profeta es complejo y generalmente inaccesible para la persona común. Para analizar sistemática y exhaustivamente lo que la Sunnah del Profeta, en su conjunto, tiene que decir sobre un tema en particular, se requiere un considerable conocimiento técnico y capacitación. En parte, esto se debe al hecho de que la literatura de la Sunnah del Profeta refleja una amplia gama de orientaciones e ideologías que están en conflicto, en competición, y en tensión entre sí. Enfoques selectivos y no sistemáticos de la Sunnah del Profeta producen determinaciones extremadamente desequilibradas y sesgadas a favor de una orientación ideológica particular u otra. Sin embargo, tales tratamientos selectivos y desequilibrados de la Sunnah del Profeta son comunes en el mundo musulmán contemporáneo. No obstante, es importante tener en cuenta que muchos de los rituales básicos del islam se derivaron de las tradiciones de la Sunnah del Profeta. Además, la Sunnah del Profeta ayuda a contextualizar la revelación coránica y también a comprender el marco histórico y el papel del mensaje islámico. En consecuencia, no es posible simplemente ignorar esta formidable tradición oral o centrarse exclusivamente en el Corán sin causar un grave daño a la estructura de la religión islámica en su conjunto.


Cuando se considera el análisis del Corán y la Sunnah del Profeta juntos, requiere un trabajo que es arduo dada su complejidad. Pueden ser una fuente de profunda orientación intelectual, moral, y empoderamiento. Sin embargo, lo contrario también es cierto, si se abordan con compromisos intelectuales y morales equivocados, o incluso si se abordan desde un marco moral hedonista, podrían contribuir no solo a un proceso de estancamiento ético e intelectual, sino incluso a un deterioro ético y moral. Por ejemplo, la Sunnah del Profeta contiene un gran número de tradiciones que podrían empoderar mucho a las mujeres, pero también contiene un número igualmente grande de tradiciones que son denigrantes y despectivas hacia las mujeres. Para abordar la Sunnah del Profeta en este tema, analizarla sistemáticamente para evaluar su fiabilidad, interpretarla de manera consistente con el Corán y leerla de manera que promueva, y no socave, los objetivos éticos y morales del islam, se requiere una perspectiva intelectual y moral bien informada y equilibrada.


Además del Corán y las tradiciones del Profeta, hubo varias metodologías utilizadas por los juristas para producir decisiones legales. Los juristas utilizaron la analogía y principios como la equidad y el interés público para hacer que la ley respondiera a los cambios de circunstancias y condiciones.


Es importante destacar que lo que se llama ley islámica no se encuentra en un solo libro o en unos pocos. La ley islámica se encuentra en un enorme corpus de volúmenes que documentan las decisiones y opiniones de los juristas a lo largo de muchos siglos. Hubo un tiempo en que había 130 escuelas de pensamiento legal en la civilización islámica, pero la mayoría de ellas se extinguieron por diversas razones. En cualquier punto de la ley, se encontrarán muchas opiniones contradictorias sobre lo que la ley de Dios requiere o exige. La tradición legal islámica se expresa en obras que tratan sobre teoría jurisprudencial y máximas legales, opiniones legales (fatawa), decisiones en casos reales y volúmenes enciclopédicos que registran las decisiones positivas de la ley (ahkam). La ley islámica abarca una amplia gama de temas que van desde la práctica ritual hasta el derecho penal, el estado civil y el derecho familiar, el derecho comercial y transaccional, el derecho internacional y el derecho constitucional.


La pregunta es: ¿Cómo se relaciona este cuerpo sustancial de jurisprudencia con la Divinidad o con la ley de Dios? ¿De qué manera esta tradición de disputas jurídicas, sentencias y opiniones puede afirmar ser una ley sagrada o divina?


Estas preguntas nos llevan a una distinción crucial que es central para la lógica misma de la ley islámica. Lo que comúnmente se conoce como ley islámica en realidad se divide en dos categorías distintas: la Sharia y el fiqh. La Sharia es la ley eterna, inmutable e inalterable, o el Camino de la verdad y la justicia, tal como existe en “la mente” de Dios. En esencia, la Sharia es la ley ideal tal como debería ser en el reino divino, y como tal, es por definición desconocida para los seres humanos en esta tierra. Por lo tanto, los seres humanos deben esforzarse y luchar por realizar la Sharia en sus vidas de la mejor manera que puedan. En contraste, el fiqh es la ley humana: es el intento humano de alcanzar y cumplir la ley eterna tal como existe en “la mente” de Dios. El fiqh, a diferencia de la Sharia, no es eterno, inmutable o inalterable. Por definición, el fiqh es humano y, por lo tanto, sujeto a error, alterable y contingente.


Los objetivos morales y éticos del Corán desempeñan un papel central y crucial en el proceso de análisis legal. El punto del análisis legal no es implementar sin pensar ni ciegamente un conjunto de reglas técnicas, sino buscar los objetivos éticos y morales últimos del Corán. Todas las leyes coránicas refuerzan y promueven objetivos morales y éticos, como la igualdad racial y étnica, la libertad de compulsión en la conducta de los asuntos humanos, la libertad de conciencia o el derecho de las mujeres a ser propietarias de bienes, y es deber de los musulmanes aplicarse intelectualmente para comprender y cumplir estos objetivos. Estos objetivos morales están relacionados con la obligación de buscar la divinidad en uno mismo y en la sociedad. Las normas específicas del Corán surgieron en respuesta a problemas particulares que enfrentaba la comunidad musulmana en el momento del Profeta. Las reglas particulares y específicas establecidas en el Corán no son objetivos en sí mismas. Estas normas dependen de circunstancias históricas particulares que pueden o no existir en la era moderna. En el momento en que se revelaron estas normas, se buscaba alcanzar objetivos morales particulares como la justicia, la equidad, la igualdad, la misericordia, la compasión, la benevolencia, y así sucesivamente. Por lo tanto, es imperativo que los musulmanes estudien los objetivos morales del Corán y consideren las reglas específicas como ejemplos demostrativos de cómo los musulmanes deben intentar comprender y alcanzar la moralidad coránica en sus vidas.


En el nivel más básico y fundamental, ¿para qué es la Sharia y qué pretende hacer? ¿Cuáles son los objetivos últimos de la Sharia (la ley eterna tal como existe en “la mente” de Dios)?


Históricamente, las escuelas legales de pensamiento estuvieron en desacuerdo en muchos temas, pero estuvieron de acuerdo en la respuesta a estas preguntas. Según todas las escuelas jurisprudenciales, el propósito de la Sharia es servir los mejores intereses de los seres humanos (tahqiq masalih al-ibad). Dicho de otra manera, el objetivo de la ley no es aplicar técnicamente sin considerar sus consecuencias, sino alcanzar los objetivos morales y éticos últimos que representan la esencia de la divinidad en esta tierra.

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